La relación de dunhill con la conducción comenzó en la década de 1890, cuando Alfred Dunhill transformó la guarnicionería de su familia para la era del automovilismo con el eslogan «Todo menos el motor». Desde abrigos de piel hechos a medida hasta encendedores y relojes montados en el salpicadero, dunhill definió una nueva era de lujo y artesanía.